La Economía azul, o también conocida como «Blue Economy», es un concepto cada vez más relevante en el panorama global, ya que reconoce el enorme potencial de los océanos para fomentar un crecimiento económico sostenible mientras se preserva la salud de los ecosistemas marinos. Los océanos cubren más del 70% de la superficie terrestre y desempeñan un papel crucial en la regulación del clima, la biodiversidad y la producción de oxígeno, siendo esenciales para la vida en la Tierra. En este contexto, el análisis y la inversión en sectores relacionados con la Economía azul son clave para garantizar que su desarrollo sea responsable y sostenible.
En una reciente entrevista con nuestro analista de inversión en prácticas, Alex Pujadas, profundizamos en qué abarca la economía azul, su impacto positivo, los sectores clave en para la inversión de impacto y los desafíos que enfrenta para maximizar su potencial sin comprometer la salud de los océanos. A continuación, compartimos algunos de los puntos más destacados de esta conversación.
¿Qué es la economía azul?
La economía azul tiene diversas definiciones; de hecho, cada organismo o institución la define de una manera diferente. Por ejemplo, la Comisión Europea la define como “todas las actividades económicas relacionadas con los océanos, mares y costas” o el Banco Mundial como “el uso sostenible de los recursos oceánicos para el crecimiento económico, la mejora de los medios de subsistencia y el empleo, preservando al mismo tiempo la salud del ecosistema oceánico”.
Desde Ship2B Ventures, tras haber llevado a cabo un extenso trabajo de investigación acerca de todos los sectores de la economía azul, los players involucrados y el impacto generado por cada sector en el océano, la definimos como “el conjunto de actividades económicas que explotan, directa o indirectamente, los recursos del mar, actividades que lo utilizan como un instrumento y actividades que conservan y restauran sus recursos”. El resultado de este estudio es la Tesis de inversión de impacto en economía azul.
Alex Pujadas, analista en prácticas en Ship2B Ventures
¿Qué sectores abarca?
Aunque es cierto que la definición de la economía azul presenta cierta disparidad, existe un mayor consenso en cuanto a los sectores que incluye. Desde Ship2B Ventures nos unimos a este consenso y consideramos que principalmente abarca estos 10 sectores clave: la pesca, la acuicultura, el turismo costero y oceánico, el transporte marítimo y los puertos, la generación de energía renovable marina (nosotros diferenciamos entre la energía generada directamente por la fuerza del agua, como la mareomotriz y la undimotriz, y la generada por factores externos con instalaciones en el océano, como la eólica y la solar marinas), la biotecnología marina, la protección y regeneración del medio ambiente, la construcción y mantenimiento de embarcaciones, la gestión del agua, y la observación oceánica.
Además de considerar estos 10 sectores, en Ship2B Ventures los clasificamos en cuatro distintas cadenas de valor:
- Explotación directa de los recursos vivos del océano: pesca, acuicultura y biotecnología marina.
- Explotación directa de los recursos no vivos del océano: gestión del agua y generación de energía renovable marina (mareomotriz y undimotriz)
- Explotación indirecta de los recursos oceánicos: generación de energía renovable marina (eólica y solar), turismo costero y oceánico, transporte marítimo y los puertos y, construcción y mantenimiento de embarcaciones.
- Conservación y restauración de los recursos oceánicos: observación oceánica y la protección y regeneración del medio ambiente.
Desde nuestra tesis de inversión, nos enfocamos en los sectores incluidos en las cadenas de valor 1 y 4, ya que tienen un mayor impacto en los recursos del océano y, a la vez, son los que más dependen de la salud de dichos recursos.
¿Cuál es su potencial de generar un impacto positivo?
Para entender el impacto positivo principal de la economía azul, es muy importante entender primero el papel que juega el océano en el medio ambiente, en la mitigación del cambio climático y en nuestra supervivencia como especie. El océano cubre más del 70% de la superficie terrestre y es clave para mantener el equilibrio ecológico del planeta. Los sistemas oceánicos abarcan desde la zona más superficial, conocida como zona epipelágica, donde la luz solar permite la fotosíntesis que actúa como la base de complejas cadenas tróficas marinas, hasta las zonas más profundas, como la batipelágica y abisopelágica. Según Project Drawdown, el océano absorbe hasta el 17% de las emisiones de CO2 y más del 90% del exceso de calor generado por el hombre, actuando como un sumidero de carbono crucial para mitigar el cambio climático. Además, produce aproximadamente el 70% del oxígeno que respiramos.
El principal impacto positivo de la economía azul es preservar y restaurar los ecosistemas oceánicos para seguir beneficiándonos de ellos. Esto se consigue a través de innovaciones, como por ejemplo: la promoción de técnicas de acuicultura sostenible, que minimizan el impacto ambiental y mejoran la eficiencia en el uso de los recursos; la protección de áreas marinas, que incluye la creación de zonas de exclusión donde las actividades humanas están limitadas o prohibidas para recuperar la biodiversidad; y la restauración directa de ecosistemas con soluciones basadas en la naturaleza, como la reforestación de manglares y la reconstrucción de arrecifes de coral, entre muchas otras.
¿Cómo es el mercado de inversión en la economía azul?
En los últimos 5 años, la inversión en la economía azul creció un 298%, alcanzando los 3 mil millones de dólares en 2023.. A pesar de esto, entre 2022 y 2023 se produjo una reducción del 32% en las inversiones, una cantidad que, aunque significativa, es bastante menor en comparación con los descensos experimentados por otros sectores como el de las startups en general o el Climate Tech. Esto nos indica una fase de consolidación de la economía azul tras un período de expansión acelerada.
En cuanto a la distribución geográfica de estas inversiones, EEUU y Europa han liderado el sector, cada uno invirtiendo 1.3 mil millones de dólares en 2023. Dentro de la economía azul, los sectores que más interés han despertado entre los inversores han sido la acuicultura, la biotecnología azul y las tecnologías destinadas a la observación y protección del océano.
¿Qué retos afronta?
Hemos identificado diversos desafíos que se pueden agrupar en dos grandes categorías: el reto socio-demográfico y el reto del cambio climático.
Actualmente, más de 3 mil millones de personas dependen del mar como principal fuente de proteínas. Con la proyección de que la población mundial llegará a los 10 mil millones de personas para el año 2050, la demanda de estos recursos marinos sólo continuará creciendo. Este incremento en la demanda intensifica las presiones sobre los océanos, agravando la escasez de recursos naturales y poniendo en peligro a las especies marinas, de las cuales un tercio ya están sobreexplotadas. La situación se agrava aún más por la contaminación y los efectos del cambio climático, que amenazan gravemente tanto a las especies marinas como a sus ecosistemas. De continuar con la actual gestión pesquera, se estima que para 2050 podría haber más plásticos que peces en el mar.
El segundo gran reto es el del cambio climático, que implica la necesidad de proteger y restaurar los ecosistemas marinos para preservar el océano como un sumidero de carbono. El cambio climático está provocando alteraciones físicas y químicas en los océanos. Entre los cambios físicos se incluyen el calentamiento de las aguas, el aumento del nivel del mar y las olas de calor marinas, afectando la distribución de nutrientes y la productividad primaria, con un impacto negativo en las reservas de peces y en los ecosistemas marinos. En el ámbito químico, la acidificación del océano, la desoxigenación y los cambios en la disponibilidad de nutrientes complican la vida marina y amenazan la biodiversidad. Además, la pesca de arrastre, una de las prácticas más destructivas para la biodiversidad marina, es también una fuente significativa de emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo aproximadamente con un 1% del total anual global.
¿Existe riesgo de green washing?
Como en todas las industrias con potencial de generar un impacto positivo en el medio ambiente, la economía azul no está exenta del riesgo de greenwashing. Este riesgo es particularmente elevado debido a la falta de transparencia que a menudo caracteriza las operaciones en estos sectores. La manipulación o falsificación de datos, como la cantidad de especies marinas capturadas accidentalmente, aún es una práctica común. Además, la promoción de productos como sostenibles mediante etiquetas que no permiten una trazabilidad clara del origen y métodos de captura del pescado es otra forma de greenwashing que pone en peligro la confianza del consumidor.
Otro aspecto crítico es que algunas empresas que se dedican a la restauración de ecosistemas marinos pueden exagerar el impacto positivo de sus esfuerzos para obtener beneficios económicos, sin que sus acciones realmente reflejen la magnitud del cambio que promueven. Un ejemplo adicional de greenwashing en la economía azul podría ser la instalación de energía renovable marina, como parques eólicos offshore, que si bien producen energía limpia, su construcción puede dañar gravemente el fondo marino, afectando los ecosistemas locales. Estas empresas podrían destacar los beneficios de su energía renovable sin revelar el impacto destructivo de la instalación.
Para enfrentar este reto, es crucial mejorar la regulación, transparencia y trazabilidad de las operaciones, fomentar innovaciones tecnológicas e involucrar a las comunidades locales. Solo con una supervisión adecuada y la educación sobre prácticas sostenibles se podrá asegurar que la economía azul sea realmente beneficiosa para el medio ambiente.